12.10.2004

Perro triste.

Palpar la expectativa en el cuerpo tenso del otro.
Encontrarse reflejada en el brillo de unos ojos verdes y ajenos.
Meter la punta del dedo gordo del pie en la orillita del deseo de él.
Descubrir que del otro lado del beso -del suyo- no existe el hueco.

Ahora soy yo la de la mirada de perro triste.
La que calla y cierra los ojos y suspira para atrás.