9.14.2004

Cuerpo y 9/11

Querido cuerpo:

Sé que estás cansado, pero eso no quiere decir que tengas permiso para enfermarte. No te me vayas a descomponer por favor. Nos está yendo muy bien con el yoga, ¿verdad? Los brazos te duelen un poquito de repente, pero ¿ya viste cómo se han marcado los músculos? Y ni te digo de los muslos, porque me he fijado que te gustan cuando te pongo frente al espejo y te unto la crema que nos gusta. Ayer te malpasé un poquito. Te quité la medicina y te dejé sin comer y sin fumar para que pudieran quitarte un poquito de sangre. Nunca has tenido problemas con las agujas ni nada de eso. Te sentaste valiente, enfundado en los pantalones verdes y la blusa beige sin mangas, escote en V mientras yo conversaba con la señorita que tomó un chorrito de nosotros y lo puso en un tubo transparente. Es cierto que después no te di de comer, pero sé que te gustaron el café y el cigarro que consumimos en el camino a la oficina. Cuando por fin comimos, te senté en la banca que te gusta y nos asoleamos un ratito mientas yo leía y tú te estirabas como gato contento. El yoga estuvo complicado, lo sé. Necesito que tú y yo nos pongamos de acuerdo para que todo salga bien. Es preciso que si dicen coccix (cóxis??) adentro, esté adentro, que si hay que tener la espalda recta, la tengamos recta, que si hay que levantar la pierna en 60° y luego dibujar con el pie el alfabeto en minúsculas, así lo hagamos, con todo y eñe y doble ele, ¿me entiendes? Porque no me gusta que nos caigamos, no me gusta que las piernas no me lleguen al piso. Yo te digo cómo quiero que lo hagamos, y tú me ayudas en la ejecución, ¿sale? Yo me concentro y tú obedeces, ¿sí? Y el dolor y el equilibrio vas a ver cómo nos hacen los mandados. También quería darte las gracias por acompañarme ayer al cine cuando nadie más lo hizo. Yo sé que estabas cansado y sudoroso y despeinado y que te daba pena que anduviéramos así. Pero nos habían regalado dos boletos y había que aprovecharlos. ¿Viste que cuerpo querido, que sólo usamos una de las cortesías? ¡Dos por el precio de uno! Lo disfrutamos de veras, desparramados en la butaca. Te quité la sed y te dí una pastillita para relajar los músculos y nos quedamos muy agusto. Te moviste incómodo cuando aparecieron en la pantalla los rostros desfigurados, ls brazos destrozados, los cadáveres. Luego se te puso la carne de gallina. No sé si tenías frío o estabas impactado como yo. De repente me dí cuenta de que estabas apretando fuerte la mandíbula y que eso me dolía. Nos relajamos un poco. No bostezaste, es más, me atrevo a decir que al final ya casi ni parpadeaste. Después vino el premio. Nos marchamos a tomar una ducha y a comernos un merecido pan con Nutella. Te bañé mucho rato, tal como nos gusta. Platicamos sobre la película, sobre el yoga, sobre las cosas que te duelen y las que te hacen falta. Me sorprendió un poco darme cuenta de que en la parte interior del brazo, justo en donde se dobla el codo, tienes una manchita. Como si hubiera apretado contra tí una mora. Una mancha transparentosa, violeta, perfectamente redondita. Me gusta el color, y me imagino que tienes una vena necesitada de atención. Como las adolescentes que se pintan la boca para que les digan que se ven bonitas sin darse cuenta de lo hermosas que ya son.

Te quiero, cuerpo mío, y te quiero sano.

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1 Comments:

Blogger Roberto ha dicho...

Fue hermoso...nunca habia pensado que ciertas estrucutras que nos acompañan toda la vida a veces necesitaran oirnos...

2:49 p.m.  

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