9.13.2004

Chunches

En mi bolsa roja de los pespuntes blancos que tanto me gusta, que se encuentra currently desparramada junto a mi escritorio:

Un botecito de Clarins, Crème Désaltérante; un lapicito Brow Stylist de L'Óreal en Brown (bueno para las cejas, mejorcísimo para los labios, believe it or not), Black Kohl Eyeliner (indispensable), Dirty Girl Lipgloss en Sugardoughnut Moment (all time favorite), un Juicy Tube en un color imposible de leer de lo despintado del tube (pero es así como bronze dulcito), Cool Listerine Portable Strips.

Una caja amarilla de Voltarén Retard de 100 mg, Cataflam DD de 50 mg, cuatro tabletitas viejas de Avomine (uta, de cuando fui a Sudáfrica), dos cuadritos de Dolac que me acompañan a todas partes y dos tampones (so much for discretion).

Una caja amarilla y verde de Crayola, Anti-dust Chalk, una pluma Bic roja, una pluma Bic Negra, una plumita plateada chiquitita que me regalaron en alguna parte, un cuadernito de Jordi Labanda, el de Anne Taintor de Make your own Damn Dinner, una caja nueva de tarjetas de presentación recién impresas.

Mi cartera y toooodos los papeles inservibles que ahí se almacenan, el recibo de la tintorería, el comprobante de pago del yoga, mi CURP, mi credencial del IFE, mi Visa Láser, mi licencia de manejo, 8 fotos tamaño infantil de modelo reciente con aretes ochenteros y la misma blusa que casualmente me puse hoy, ocho timbres postales de 20 centavos de dólar, dos boletos de Lotto vencidos y perdedorsísimos, una tarjeta de teléfono, mi tarjeta del seguro médico, mi tarjeta de débito, la de crédito mía que ya no tiene nada qué ofrecerme y sí mucho qué exigirme, la credencial del blosboster (tan aburrida la pobre, últimamente), el recibo de la luz del bimstre pasado, un tatuaje temporal del maratón de Los Ángeles que alguien me trajo y que no sé por qué no he tirado, la tarjeta de presentación del guía del Robben Island Museum que traigo ahí porque me pidió que le mandara una postal y todavía no encuentro una para mandarle.

Mi estuche de los lentes con los pobres lentes de leer y los de sol conviviendo en total hacinamiento y promiscuidad, mi celular cuyo pago venció el sábado, un reporte de audiometría, las llaves de la camioneta, las de la oficina, una moneda de diez pesos, cuatro pennies, ¡y ya!