7.07.2004

Karenina o Kiddo

Puedo tirarme a la desgracia o enojarme con el mundo.
Puedo cerrar todas las puertas o cambiar la cerradura.
Puedo ser la Karenina tirándose al tren o la Kiddo de Tarantino.
Puedo dejar de quererlo o empezar a querer dejarlo.
Puedo permitirle robarme esta ciudad que soy o quedarme aquí.
Puedo abandonar un sueño sin dejar de soñar.

Pero no voy a huir. Yo no. Porque he aprendido que no importa a dónde vamos, eso que tratamos de dejar no está nunca afuera. Acabamos llevándolo con nosotros. Y con cada paso se vuelve más pesado. Y con cada nueva vida que tocamos lastimamos más. Y con cada calle nueva que recorremos nos acercamos en lugar de alejarnos. Una casa nueva no es una vida nueva, y una maleta no es un proyecto. Estoy queriendo irme, pero me da miedo con ello renunciar. No voy a renunciar. No voy a enfermarme de los nervios y llorar y llorar. No voy a esconderme en un rincón, ni detrás de una maestría, ni entre las faldas de mi mamá (mi mamá rara vez usa falda), ni entre cortinas de humo de tazas de café de muchachitas frívolas reinosinas (o sanpetrinas), ni nada de nada. Yo no soy esta persona enojada, pero no puedo ser esa otra dejada. Yo no soy la que no fue suficiente, la que no fue. Esa no soy yo.



LaMaz on a Roaring Rampage of Revenge.