7.06.2004

Esquizofrenia

Una vocecita dentro de mí dice: No perdonar, no mirar, olvidar. No volver a ver nunca. Borrar, borrar, borrar. Ya no existen los números en la memoria, ni las palabras en los cuadernos ni las fotos en el álbum ni nada de nada. Lo tiré todo lejos.


Otra voz cantaba en la mañana cuando escuché por fin el casette que mi hermano trajo ("Me encontré esto en un cajón, me imagino que es tuyo"). Era Gabriel, mi amigo de la prepa. El muchacho alto y grande que pintaba y tocaba el piano y componía. Le cantaba a Marcela. Recuerdo a Marcela, una chica de ojos dulces y pecas y pelo chino largo. Tenía el aspecto de una muñeca. Nunca supe qué era lo que le había pasado, pero esta mañana, en mi auto, Gabriel volvió a cantar suavemente la rima cursi acompañada del arreglo simple para piano:

"Creíste en el amor a ciegas, Marcela
Perdiste algo por ser sincera.
Creíste despertar tras una ventana rota
Y del filo de otro corazón que corta"


"Fuiste fiel sincera y más que tierna (Marcela)
Pero sé que no importó
Que te hubieran roto el corazón,
y que una tormenta de lágrimas llovió"

"Si te engañaron perdona, no te queda esa corona
Ya no llores más, tus grandes ojos miel, Marcela"

"Hoy ya nadie te hablará del tema, (Marcela)
tu diario cerrarás contenta
Pudiste retocar, la pintura de esa niña que corría a llorar"


Tengo ganas de ver a Marcela, de repente. No sé si vaya a acordarse de mí. El miércoles pasado vi a su hermana en mi antigua secundaria. Quiero preguntarle, quiero saber si perdonó.