6.14.2004

Insomnio

Es de noche. No tengo sueño. Desde hace dos horas me estoy dando vueltas en la cama. Acomodando la almohada, las sábanas, el cuerpo. No estoy quieta. Tratando de que la cabeza deje de pensar en futuro probables, que el corazón deje de doler por los imposibles. Y nada. No lo logro. Quiero decidir bien, decidir lo mejor. Y no me sale, y pienso que el tiempo se me acaba y que la noche se alarga y que mi cuerpo no puede más, pero seguimos despiertos ambos. Me gustaría hablar con alguien. Contarle mis dilemas. Pero no se me ocurre nadie. Es más, ni siquiera soy capaz de frasear mis dilemas. Si tuviera a quién hablarle, no sabría por dónde empezar, qué decir. Si me preguntara alguien con voz adormilada y cariñosa, ¿qué te pasa? , ¿qué podría responder? No puedo dormir. Estoy enferma y me duele la garganta y un oído y abajo del hombro. No sé si regresar a casa unos meses o quedarme aquí hasta que llegue la hora. Tengo miedo del futuro, de irme, volver a empezar. Estoy asustadísima. No quiero dejar de dar clases, pero no sé si debo seguir dando clases aquí. A veces me siento TAN lúser, aunque ya sé que no debería. Me incomoda irme hasta enero, cuando debió de ser en agosto. Me salió una espinilla que me choca y todavía no logro reponer mi Dr. Feelgood Balm. Me da flojera empacar siete años y llevármelos a una bodega triste hasta quiénsabecuándo. Tal vez sea la última oportunidad que tenga de estrenar esa recámara que mis padres hicieron para mí cuando estaba en Toulouse y nunca realmente disfruté. Me da miedo regresar al pueblo y nunca más salir de ahí. Necesito una computadora nueva que pueda llevarme a dondequiera que sea que decida irme. Voy a extrañar mucho esta ciudad que me enseñó a ser ciudad. No tengo sueño y debería. Tengo frío en los pies y calor en el cuerpo. No hay nada en la tele, y tengo que dormir, y necesito dormir y me duele la cabeza y no tengo sueño y ya no tengo más ganas de seguir en Internet, pero tampoco hay ningún libro que quiera leer y el único que me quedaba sin leer ya lo acabé y ya tiré todos los papeles que podía haber tirado y acomodé dos veces los zapatos y doblé y desdoblé las toallas y sacudí los marcos de las fotos y tiré cartas viejas de amor y esculqué cajones ajenos y comí cosas del refri y lo único que me faltaría sería fumarme un cigarro pero me duele la garganta y tendría que salir al calorón y no quiero y ya intenté las posturas de yoga que me sabía y borré archivos estúpidos de mi computadora y mandé un email riesgoso de rememoraciones amorosas que graciasalcielo se me regresó y me puse al corriente con las noticias y me limé las uñas y medebería de tomar dos tylenols pero no hay y me da un poco de miedo salir a la farmacia a estas horas, pero si fuera sábado no me daría miedo andar en la calle a estas horas y quiero marcar mil números por teléfono pero nadie me respondería y entiendo que soy muy afortunada en comparación con tantísima gente más pero sólo soy capaz de ver a las personas de alrededor que son todavía más afortunadas que yo aunque tal vez no tengan mis piernas ni mi cintura y para qué carajos quiero yo unas piernas y una cintura y ya tengo listo el borrador del discurso que voy a dar dentro de cuarenta años en la Universidad que me ha rechazado la semana pasada cuando ellos me pidan (porque entonces yo habré hecho alguna cosa muy importante y serán ellos quienes me pidan que vaya a su escuela y no yo quien les pida que me acepten en su escuela) que de un discurso o dicte una conferencia o algo así. Y tengo ganas de dormirme pero no tengo sueño y no tengo hambre y tengo sed y ya tomé tres vasos de agua y fui dos veces al baño y espero quedarme dormida sobre las teclas aunque estas líneas se vayan al carajo contal de ya dormirme mejor y ya sé que no puedo, que no puedo procesar la noche de otra forma, que voy a tener que desmenuzarla poco a poco, capa a capa, despacito, sin prisa porque es la única condenada forma de que se haga de día y sea lunes otra vez y yo vuelva a ser la ciudad que esta noche no he podido dejar de ser.