11.18.2003

Reclamo II

Sigo enojada con la capital y ahora también con el capital. Con los patrones capitalistas que no dejan que mis amigas se tomen un café conmigo o me acompañen al cine. Salí temprano. En realidad no fue así, me fui temprano de la oficina para ir a la prepa a dar asesorías de proyecto final. A veces me enternece tanto la capacidad que tienen de creer en sí mismos ("es que Miss, lo que nosotros vamos a hacer es pues analizar todo para decir si se debe hacer la reforma fiscal o no"), a veces me dan ganas de sentarme toda la tarde a explicarles cómo se hace un buen trabajo. A ellos no les dan ganas. Ellos vienen, me escuchan, hacen como que me van a hacer caso, se aseguran de que los vea interesados y luego, a otra cosa mariposa. A ver la novela y a comer papitas. Al depo, a ver el juego. A dar la vuelta y oír música. A lo que sea. Me fui a pagar mi cuentón de celular. Ya quedó. Fue día de pagos. Me tocó también la luz y el gas. No llevaba ningún recibo. Agua y drenaje súper eficiente. Gas natural, espantoso. Y luego la iniciativa privada es más eficiente que las paraestatales y los organismos desconcetrados y eso. Ay bueno. La conversación de las señoras en la espera buenísima. Las dos podían pagar el gas en el OXXO, o programarlo automáticamente en su banco, las dos decían saber que podían hacerlo. Sin embargo, ya tenían dos horas - dos horas-- ahí sentadas, sufriendo el mal servicio de la empresa. "Es que francamente a mí no me gusta pagarlo más que donde es y por eso me vengo para acá. Si se tardan otra media hora, mejor me voy a mi casa y vengo mañana". Qué bonito ha de ser tener coche y chequera y tres horas al día para irse a socializar con señoras desconocidas a las oficinas del gas. En el agua había un vidrio con espejo muy grande. Qué raro, pero me gustó mucho lo que vi. Lo escribo sólo porque de veras me levantó la moral eso hoy. El cabello recogido así como al descuido. La blusa blanca nueva. Los corales rojos de Ecuador abrazando perezosamente el cuello. La pulsera de Coyoacán planita roja también en la muñeca. Los aretes chiquitos que cuelgan y bailan y brincan conmigo (hoy andaban muy bien portados, nadamás se balanceaban al compás de la cadera, cuando ésta se dio cuenta de que nos veíamos bien y había que caminar al respecto). La falda nueva que por fin pude estrenar. Mezclilla oscura, zapatos planos. Mi bolsa favorita roja. El Black Honey de Clinique en los labios. Todo junto y el cuerpo cooperando. Qué gusto de verla, a ver si sale usted así más seguido. Lo malo es que sale y luego resulta que toda la gente está ocupada o fuera, o sin celular, o nos acordamos que ya no existen justo antes de marcar, o trabajando o estudiando, o vive lejos. Y entonces hay que volver a casa y comer un emparedado y un jugo de toronja y ponerse a leer un poco y a resolver problemas de matemáticas. Me gustó ser yo hoy.

(Reminder: Ver lo del cineclub para Panorama).