6.04.2003

La boda fue ya. Muchas cosas pueden decirse, y sin embargo son las obvias, las vulgarmente visibles. No, fue màs lo que yo sentì. Estar ahì, en la boda de e-l-l-a. Y pensar en todas las veces que anduvimos juntas en bicicleta, en patines, que comimos papitas y tomamos lipton. Mucha de la gente que estaba ahì me transportò a esos cientos y cientos de tardes que pasè en su casa. Las amigas de la jugada. Igualitas, pelirrojas, platicadoras, deliciosamente familiares. Las vecinas que nos vieron crecer, las amigas de las hermanas mayores: las que nos peinaban y llevaban a dar la vuelta. Las mismas cuyas conversaciones de muchachos, mùsica y ropa escuchàbamos como para aprender, como para imitar. No sè.

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