círculos
Empiezas a pasar tiempo con alguien y a compartir costillitas de puerco un sábado y a rebanar rábanos, pepino y pescado un domingo. Otro día vas a comerte un matahambre que resulta más bueno que el de la Julia- no es culpa de Julia- y el dueño les invita algo para acompañar el postre: una copa de champán para ti, un espresso para él. Dos cucharitas alternando en el helado de chocolate. Un círculo.
Otro día vas a cumplir con un asunto de trabajo y cinco horas más tarde estás alimentando con monedas una rockola y girando de la mano de un artista con cuerpo de jugador de futbol americano. Y fumando un cigarro en francés con una chica que se aburre en la mesa y hablando tonterías con un dibujante de cómics que tiene su propia banda de rock y mirando con cautela a una mujer de oficio sospechoso que lleva diamantes en las uñas. Otro círculo.
Te das cuenta que la vida está hecha de círculos. Círculos elásticos entre los cuales te mueves. Metes el pie en uno y después en otro. Una noche te das cuenta que se empalman y tienes que dar un salto para no tropezar.
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