4.18.2010

minimalista

Es jueves por la noche. Has tenido una semana bien larga pero de mejor humor que las últimas. Ves la luna, una uñita apenas iluminando la ciudad. Piensas en tuitear este momento. Hace algunas semanas todos tuiteaban sobre la increíble luna llena. Tú la viste y te maravillaste pero no te pareció digno de tuitear ni de señalar. Esta temporada eres una persona minimalista en lo que a lunas se refiere. Reparas en que es sólo esta temporada y te preguntas quién serás la siguiente temporada. Te sorprende que todavía no te has decidido, you haven't made up your mind, en lo que a la luna se refiere. Cuando vivías en casa de tu abuela te encantaba dejar la puerta abierta en la noche un ratito mientras leías y espiar el rayo de luna que iluminaba el tendedero. Ahora sólo miras la luna cuando manejas de regreso del trabajo. Estos días anochece más tarde y sigues terminando de trabajar cuando está la luna afuera. Un día a la semana por lo menos. Iría siendo hora de que te decidas si te van a gustar las lunas hinchadas, repletas o más bien las de esta semana, calladitas, discretas. No lo sabes todavía. Sabes que escribes cada vez menos pero que de pronto lo haces con un poquito más de propósito. Con contundencia. Con tristeza encuentras que el blog es cada vez más flaco. Que te has dejado llevar por la manía del estatus, los ciento-cuarenta-caracteres. El texto largo más público. En otras partes. Sin la deliciosa cobija del anonimato. Extrañas eso. Escribir en voz baja y sin los aplausos. Sin espacio para el comentario secreto. ¿No era eso lo que querías? Poder firmar. Ir poco a poco haciendo una carrera de letras. Con palabras de verdad. Parece que tampoco eso te satisface por completo. Y la vida va siendo un poco eso. Las palabras que no terminan nunca de gustarte.