11.22.2009

unpacking

Hay muchas cosas que me chocan. Conforme pasa el tiempo (el tiempo, cómo pasa conforme) voy descubriendo más. El volumen de ciertas voces. El mal servicio. Los vasos sucios. Las filas absurdas. Los trámites idiotas. Los platos sucios y las ausencias injustificadas. Las malas palabras dichas en compañía de desconocidos. Ciertos gestos confianzudos y no permitidos.

Deshacer maletas. Hubo un tiempo en que desempacar era una suerte de visita a los baúles de Marco Polo. Uno destapaba el beliz con gozo, deseando que los olores y los sonidos del viaje siguieran todavía ahí. Hace cinco días que le saco la vuelta a las maletas que están tiradas por la casa, deseando que el polvo y las manchas que contienen desaparezcan como por arte de magia. No es así. Entonces suspiro fuerte y voy sacando de a poquito y voy de aquí para allá, recordando que el teléfono y un café, y la computadora y mejor lavar lo que ya saqué. La escritura está un poco así, conspicuamente en medio de la pieza, el blog abandonado y maltrecho y yo que lo esquivo y lo brinco y hago como si no estuviera y poco a poco me voy quedando sin ropa qué ponerme, sin palabras qué ponerme. Y entonces hay que recogerlo todo y ordenarlo pensar que otra vez estamos aquí.

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