10.05.2008

ndlulamithi

Es mía hace cinco años, cuando la compré en un mercado de las afueras de Cape Town. Hasta ese día de abril, había comprado chucherías pequeñas y de fácil transportación. Estuve más de diez días en Sudáfrica con una maleta mínima, una muchachita recién graduada, incrédula de mi suerte. Me habían invitado a presentar un trabajo que ahora sé dejaba mucho qué desear.

Los últimos cuatro días fueron por mi cuenta, me quedé a caminar y a mirar y a visitar Robben Island y a comprar discos de jazz y a caminar y fumar por ahí. Y así fue como llegué a ese mercado cercano a un estadio en un área poco turística. No puedo recordar cómo fui a dar hasta ese lugar en el que había sólo casas y un camellón donde se vendían cosas increíbles y más allá, cerca de, ahora estoy segura, un estadio, un mercado lleno de animales de madera y tejidos de colores. Y la ví, esbelta y pulida. No recuerdo si era vendedor o vendedora. Sé que me miró mirarla, posar un dedo sobre ella, deslizarlo sobre su superficie caliente y polvorienta. Tampoco recuerdo el precio, pero no era poco para mi sueldo de recién egresada, contrato eventual por obra determinada, tres mil pesos a la quincena. Dudé. Había visto otras jirafas en el viaje. Más altas, más estilizadas, más impresionantes. En cada ocasión me convencí de que no la llevaba porque no podría transportarla tantos kilómetros.

Tal vez haya sido la urgencia de mi regreso. Al día siguiente Randall (I am yourr drriver, Rrandall, yourr frriend) me llevaría al aeropuerto y quién sabe cuándo demonios habría de volver a pisar África. El deseo de quedarme con un pedazo. Unos cuantos rand me quemaban el bolsillo. La compré sin mucho regateo, sin mucho pensar cómo demonios la iba a llevar.

Una azafata fue mi cómplice para subirla abordo. Ella también me escribió la palabra en xhosa para jirafa en un papelito que, como talismán, está en mi cartera desde entonces. Y ella, la del nombre impronunciable vivió en casa de mis padres "en consignación mientras tenga mi propia casa" hasta este domingo. En este momento los tres vienen por carretera. Mi mamá se negó a traerla hasta que yo no comprara una planta "porque a ella le gusta estar en un rinconcito verde". Supongo que haremos una ceremonia de entrega-bienvenida. Las fotos del evento, más tarde.

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