1.13.2008

postsecret 2

Esta mañana (mañana es un decir, era mediodía) cuando abrí los ojos me dí cuenta de que hacía mucho que no dormía tanto y tan parejo. Quería escribir Dear Frank. ¿Y de ahí? Contarle, que lo sepa. El círculo. Una botella lanzada al mar. Un secreto depositado en un buzón de Prince Street. El tiempo. Una tarde de invierno en Broadway. Una pequeña librería, cerquita de The Strand. Un libro esperando ser descubierto. Una casualidad. ¿Te cae, Frank, tú crees? Seguro te llegan muchas cartas así. Seguro mucha gente te cuenta cómo fueron descubiertos sus secretos. Yo no Frank. Yo no pensé que mientras dejaba de fumar y enterraba a Jaws y Megú pasaría algo así. Yo que andaba tan de aquí para allá, tan dejando palabras por todo Nueva York, besando, leyendo, creciendo. Y entonces, un par de ojos que fueron a posarse en un secreto. Mi secreto en donde se vió. Suyo.

Pero nah. No podía. Escribir algo así equivale a que la tachen a una de mentirosa. Esas cosas no pasan. Esas cosas le quitan credibilidad a la gente. That's not the stuff my life is made of.