3.02.2006

ensayando el cruce

Tal vez la primera vez que el Río Bravo cobró la magnitud que tiene para millones de paisanos fue el día que lo crucé con mi visa de estudiante. Veinticinco años de cruzar el puente, de ir al otro lado miles de veces no me enseñaron que Estados Unidos es un país que queda al norte de México y que de este lado soy extranjera. La gravedad de la frontera la entendí de otra forma cuando me tomaron las huellas digitales de cada dedo y además de un ladito de la palma. Cuando el customs, como decimos en la frontera, me tomó fotos de frente y de perfil y las guardó en su computadora. Peor aún, en las computadoras de sabeDioscuántas oficinas del gobierno gringo. Hasta ese día el mismo oficial que el lunes se llamaba Larry Sánchez y el jueves Tom Flores me había sonreído amablemente luego de decir “Have a nice day m’am”. Ese día de enero fue distinto. Ese día tanto él como yo entendimos que este cruce era diferente.