1.23.2006

domingo

El dolor de cabeza va y viene. No se decide a ser migraña. Empieza a bajar por un ojo, como cuando la migraña me quita el ojo con una cuchara y me queda la órbita ciega durante el par de horas que me vuelve su prisionera. Si se decidiera y este dolorcito idiota de cabeza se convirtiera por fin en migraña entonces podríamos ser infelices dos, tres, cuatro horas y después volver a la normalidad. En lugar de eso me paso el domingo dando tumbos en la casa. Tropezándome con el refrigerador y saliendo un momento a respirar y a comprar hummus y aceitunas y assorted nuts y vino tinto porque tengo antojo de vino tinto desde hace varias noches. Lo que quiero es un cigarro, pero hasta ahora voy bien, yo puedo más que el vicio. Hoy es día de fútbol. Entender la pasión. No compartirla, porque a mí no me gusta ver cómo lanzan la pelotita, porque yo no le grito a una caja llena de imágenes que no pueden escucharme, porque yo no dejo de contestar el teléfono a menos que sean los anuncios. Pero lo entiendo. La irracionalidad. El gusto por algo que puede ser perfectamente absurdo para el de la puerta de a un lado. Sentarme cuatro veces a terminar de teclear ahora sí los pendientes. En lugar de eso terminar las manualidades que cuelgan de la ventana y que no terminan de gustarme. Examinar cuidadosamente (en el medio tiempo por supuesto) el agua de la pecera. Sin título (todavía está a prueba, no ha demostrado suficiente compromiso con la vida) bosteza y nada pesadamente de un lado a otro. No nos terminamos de caer bien, Sin título y yo. Quiero fumar. En lugar de eso me sirvo un vaso de vino. Apago el teléfono, quiero terminar los pendientes. Los pendientes se arrastran frente a mí, se rascan la panza, abren el refri por octava ocasión. ¿Cuándo putas voy a terminar?

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2 Comments:

Blogger Jody Dito ha dicho...

.....LOL.....

2:06 a.m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Te leo mas malhumorada ahora que dejaste de fumar...

1:56 p.m.  

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