9.22.2005

let go

Un día, uno suelta. Uno deja de ponerse las chanclas de verano (ayer se acabó el verano) con diamantes y se unta el último poquito de cucumber melon porque en la repisa hay un bote rosa nuevo que huele a amber myrrh. No es difícil. El despertador suena a las ocho del lunes y uno enfunda el cuerpo en ropa adecuada y en lugar de arrastrarlo, lo lleva cantando al gimnasio. Un día uno deja que la mano que hace el café refunfuñón sonría y se ponga a hacer pancakes un domingo a las nueve de la mañana. Un día uno se olvida que a los alumnos hay que fruncirles el ceño al principio para que tengan respeto y uno dice "ok, since we can't modify the workload anyway, why don't we all voice our concerns for five minutes and then move on? It'll be like therapy, a mini-support group". Uno un día suelta el orgullo y deja de mirar al horizonte cuando el tercer hombre en la calle dice "hey beautiful" y uno flashea la mejor de las sonrisas y una dice hello. Una compra una cajetilla de cigarros y a la semana se da cuenta de que sólo faltan seis. Uno suelta una camiseta vieja, un olor antiguo, una persona, un coraje. Uno suelta un hábito, una querencia, un malhumor. Uno deja de aferrarse y uno es ligero, como el viento.