9.12.2005

the constant gardener

Uno toma decisiones pienso en el cine a oscuras. Tenía muchas ganas de ver esta película con paisajes de África y nostalgia de algo que en realidad no existe. Uno un día dice quiero o ya no quiero o quiero eso de allá. Un día uno dice te quiero. Cómo me recuerda Rachel Weisz a Tamara, a ver si le hablo y le cuento que conocí a un compatriota/colega suyo. Leí la tesis de Adrián y me hizo pensar muchas cosas, aunque seguro que eso no era lo que él tenía en mente cuando la escribió. También dijo "alguien más ya le corrigió la gramática y esas cosas" y supe quién. Qué raro leer tantas cosas en donde no están escritas. Decía de la tesis, de las decisiones y la libertad de elegir. ¿Por qué me hace llorar esta película? Sentir cerca una piel distinta, una mano que titubea, que quiere buscar y entonces pienso uno toma decisiones. Recuerdo que ser La Maga es algo así. Curarse del amor más terrible con una aspirina, cambiar de amor como se cambian los corpiños. Esa necesidad de un abrazo, mirar al mismo tiempo para donde mismo. Sería muy fácil decir, ah, es que necesita que la quieran. No. Necesitar decir te quiero, apoyar la cabeza en un hombro disponible. La disponibilidad del hombro y el destinatario de un te quiero decidido. Qué maravilla de fotografía, el cine callado, la gente embelesada en una noche de domingo, todavía no se termina y ya quiero volver a verla. Volver a cantar en la regadera y darse cuenta de que si uno no cantaba antes en la regadera era sólo porque uno no quería. Uno decidía no cantar en la regadera, y no aceptar un hombro, un hombro cualquiera, y desear sólo lo que no se tiene.

Se ama un día, una noche, una vida. En un segundo uno deja de ser amado de regreso. Uno entiende y uno decide. Uno intenta querer otra vez, uno pone todo su empeño en querer a alguien. El tiempo pasa. Querer de mentiritas no puede ser tan malo. Rachel Weisz y Ralph Fiennes tampoco se querían de verdad en The Constant Gardener y sin embargo es todo tan bello.

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