8.14.2005

casero

(En mi Moleskin negro)

Ayer me desperté con la camiseta de Brooklyn alrevés. Estaba oscuro cuando llegué y no me gusta prender la luz. Como si fuera a despertar a alguien. Como fingir que hay alguien que se daría cuenta de la hora que era cuando llegué. Como si no estuviera sola. La camiseta alrevés y los párpados pegajosos. Tengo algo en los ojos y todavía no es otoño. Qué raro. La noche anterior había descubierto un lugarcito que me gustó. Iba a una cosa y resultó ser otra, como casi siempre. Hay gente a la que esto le molesta. Not me. Era como, como un lugar en el que tal vez he estado antes pero no sé exactamente. Tal vez fuera una sensación. La de estar cómodo y contento y gustar de lo que uno ve, aunque esto no sea perfecto. Era un café eslash bar. Rojo por dentro. Lleno de sillones disparejos. K dijo que era como estar en Urban Oufitters. Tal vez fuera un poco como eso por la decoración, pero. En el bar de la Casa del Maíz era parecido, aunque sólo fui pocas veces. Son las seis y media de la tarde y vine a desayunar berenjenas a la barra de Café Gitane. Le ponen tapenade y queso de cabra y pesto. Se necesita, creo, cierta actitud para ir a un restaurante lleno de gente cool y sentarse a la barra y no sólo pedir una bebida (a ginger ale, please), sino además comer (I'll have the grilled eggplant). Sentirse agusto bajo la mirada ajena. Todavía no sé si me siento a gusto de verdad, pero es como si tuviera que obligarme a. Hace cinco minutos entró una muchacha despeinada con una faldita minúscula. Pidió una cocacola y se puso a hojear una revista. Tal vez fuera porque había empezado a llover y no tenía paraguas. Tal vez esperaba a alguien o tenía sed o quería leer la revista. Recién pagó dos setentayuno y se fue. Estaba en otra parte. Tumbada en un sillón de un cuarto pintado de rojo con una bohemia de tres dólares en la mano en el medio de la nada de Billyburg. Decidí que me gustaba y, cosa rara, casi inmediatamente después me entristecí. No conozco a nadie con quién volver. K sólo fue por lo del dj que no apareció por ninguna parte. En su lugar había un trío liderado por un pianista inglés que cantaba bien pero que no se sentía a gusto de terminar las canciones. Siempre terminaba con alguna cosa rara, una tecla fuera de melodía, un chiste malo, no sé, muy extraño. K no va a querer volvver. D ni pensarlo, nunca podría traerlo aquí y por ende a ninguno de sus amigos. Luego, pienso en otra gente que conozco y tampoco, son too latino, too loud, too salsa para entenderlo. Tal vez Shamán vendría. ¿Vendría porque le gusta o porque casi siempre consigo que me siga la corriente? A vendría un par de veces por sentirse alternativo. ¿R? Se me ocurrió en automático, como si estuviera pasando lista. Tal vez porque Caetano cantando Billie Jean (por eso me simpatiza este lugar). Él lo disfrutaba todo, creo. Encontrar el placer de un rincón oscuro en un antro perdido al que uno tarda una hora en llegar. Es que además me gusta, me gusta estar ahí, esa música, esa gente a la que no le importo. La mujer del sillón de junto lleva unos shorts que más bien son oversized panties de rayas blancas y anaranjadas y unos zapatos planos y una blusa llena de piedritas brillantes. No puedo importarle menos. Se llevan el plato donde hace unos minutos llegaron calientes y deliciosas las berenjenas. Sentarme en la barra y tomarme un té de menta me sabe tanto a casa, un gusto tan a casero que me asusta.

3 Comments:

Anonymous Anónimo ha dicho...

que pena no estar en tu lista de Ks, Ds, Rs, para que me llevaras, aún sin conocernos, te acompañaría, dejaría que me llevaras, porque suena delicioso

6:50 a.m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

yo otra vez, me gusta mucho tu blog y como planteas tu visión de tí misma, de tus amigos, de tu ciudad... que además me evoca muchas cosas, gracias por pasarte por lo mío...
*

3:27 p.m.  
Blogger La Maz ha dicho...

Bienvenido atrasadamente. Ya estamos en contacto...

1:04 p.m.  

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