10.07.2004

Recetas

Un doctor de las palabras ha diagnosticado luego de leer un texto mío:

-Si ya lo sacaste de aquí - y entonces se toca ese lugar en donde no siempre hay taquicardias, pero siempre hay pulsión, -entonces ¡escríbelo!. Si todo lo tienes ya acá- y señala ese lugar donde se fabrican y se ordenan las palabras- ¡adelante! Estás lista.


Me lo dice discretamente entre una risa y un café y los cigarros que se intercambian en el taller de los miércoles. Esta fue una consulta particular. Esto no lo sometí al juicio de los demás. Los demás no lo entenderían. Me quedo pensando sobre lo que me ha dicho. Escribo sobre una libretita morada. Por alguna razón estoy temblando. Mi cuerpo no logra estar quieto. Las manos, una pierna. Qué raro.

Entonces se me ocurre que un verdadero doctor de acá, me sugeriría como terapia que lo escribiera todo directamente de aquí, para curarme, para expulsarlo. Pero yo no quiero psicoterapia. Yo quiero escribir de verdad.

Ambos están de acuerdo en algo (they both concur): Hay que sacarlo de aquí y llevarlo acá. El tercer doctor, el que se ocupaba del cuerpo, aquí no tiene opinión.

Hay que avisarle a Lautriz.

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