4.07.2004

Estoy cansada. Un poco. Fatigada. Anoche me fui con Luis por unas cheves y por unos tacos. ¿Cuáles extrañas más? Muy fácil: Los de la refa. Tostadas de maíz con queso amarillo y carne. Qué rico. Luego, a ver a Juan jugar boliche. ¿Me llevo calcetines? Vamos a ver jugar, es tor-ne-o. Bu. Qué feo está el lugar. ¿Así ha sido siempre? El baño, el baño...Cuatro capas de pintura se asoman en diferentes lugares de la pared. Azul celeste sucio el último, abajo de eso verde, antes, un melón muy feo, que vino después del amarillo. El yeso de al principio resurge triunfante y chimuelo en muchos lugares. Las puertas de los stalls, tristísimas. Con tape, y pedazos de papel de baño que cubren los agujeros. Leyendas mugrosas por todas partes. Rafa y Valeria (Qué adecuado) Tony es nobio de La guera.(Muy bien). Una flecha que apunta a La guera:Naca. Las horribles palabras puto, cabrona.... Qué cosa. ¿De verdad era así antes? No lo creo. En fin. Los clamatos muy buenos. Las miller light en botella, también. El equipo de J creo que ganó. Entre una cosa y otra, Luis y yo discutiendo, poniéndonos al día, intercambiando estrategias, consejos...Luego venía J y le contaba una historia cifrada a Luis y yo me hacía tonta y pretendía no entender. Que ha terminado con ella, que realmente le importaba, que su maldito orgullo no le permite otra cosa. Que fue un error que ella tuviera unos queberes (ya sé, ya sé: qué veres, pero me gusta más así) que antes a él no le importaban, hasta que decidió que él no quiere también ser un queber. ¿Yora? ¿Qué hacemos? Vámonos chez Le Pil, a tomar más cervezas. A seguir platicando. En la banqueta, sentados en una silla del otro lado del canal. Qué chistoso. Qué chistoso todo esto.