11.09.2003

La interrogadora - siempre es una interrogadora- me ha despertado. Ignoró el letrero escrito con listic que estaba afuera. "Bella durmiente durmiendo. Príncipe bienvenido. Los demás abstenerse. Gracias". ¿Còmo tue fué? ¿Qué tal estuvo la boda? Suspiro monumental. ¿No leìste el aviso afuera? Sí, pero ya son más de las doce. Esos letreros los dejamos de respetar a mediodía. Ahhh. Chin. mmssññien. ¿Con quién se sentaron? ¿Qué te dijeron todas? ammssshhada. Ándale, cuéntame. Te hicimos el gusto de no ir, ahora ya cuéntame. No me hicieron ningún gusto, no stuvieron listos y les dio flojera. ¿Me vas a contar? Bien, bien. Nos sentamos con dos amigas y sus papás. No me quería sentar con ellos, pero ni modo. Las demás se precipitaron sobre la mesa como quien juega a las sillas. Sus maridos, obedientemente, también. Los señores traían todo el cotorreo; se burlaron de todo mundo, le echaron carrilla a toda la gente. Bailaron y se emborracharon más que sus hijas y sus yernos. How weird. Yo como de otro planeta. Con el acompañante misterioso. Las miradas interrogantes, empáticas... ¿Será el novio? No, no andan de la mano. De aquí definitivamente no es. ¿Será de allá? Ha de ser muy inteligente. A lo mejor es el novio ese de Monterrey que dicen que tenía. No, Martha lo conoció y dice que no. Ahh, pos habrá que ver.

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