11.07.2003

Extraterrestres

Mi cuerpo accedió a cederte el turno en la fila de mi atención. Sabe que las taquicardias pueden ser importantes, particularmente cuando se trata de extraterrestres. Creo que se da cuenta de todo el cotorreo extrasensorial. Justamente ayer me asomé un poquito por la pantalla. Fui al hospital a ver a un amigo. Estábamos viendo Friends cuando llegó el médico y opté por salirme. No sentí que me correspondiera estar ahí. Me puse a esperar en la estación de enfermeras, fingiendo que la pantalla de mi teléfono celular contenía información interesantísima. Con el telèfono como escudo, nadie se percatò de mi presencia. Fue cambio de turno. Me asomè un poco màs. Estabas tù joven y desvelado, leyendo un libro grueso, con tenis y ropa muy ligera, muy limpia pero muy arrugada. Te había crecido barba, estabas leyendo sobre un apartamento chiquito en Saint Germain, sobre un hombre y una mujer como niña, sobre un montòn de gente que decìa ta geule a cada rato. Llegò alguien mayor - no pudiste darte cuenta que eras tù mismo, pero después, sin barba, unas escenas más tarde- y saludó a todo el mundo. Tenías esa mirada de empatía escrutadora que te permite leer los rostros y los gestos y saber cosas que los rostros con sus gestos ignoran. Yo sí te reconocí, porque ya te había contagiado. Adiviné el comentario agudo que le ibas a hacer a la enfermera. El muchacho del libro grueso te escuchó sin querer y anotó al margen de una hoja lo que acababas de decir. Algún día, cuando no estés dentro de mi telèfono, pronunciarás esas mismas palabras que nunca han dejado de ser tuyas.

Me miraste para evitar que me diera la taquicardia y pudiera venir a sentarme a escribir esto.

Etiquetas: ,