5.19.2012

floja

Hace unos días siento (siento, pienso, me, mi, yo, maldita primera persona del singular) como si tuviera un diente flojo. No es literal. Es esa certeza íntima y cercana de que algo está a punto de cambiar, de caerse, de madurar. Una premonición natural de que pronto (en una semana o dos, o mañana mismo si te olvidas y muerdes muy fuerte ese pedazo de hamburguesa) vas a tener un hueco. Y que va a ser visible a menos que me quede callada, me tape la boca, apague la sonrisa. No un accidente, no un trauma. Una cicatriz de crecimiento. Me pongo los zapatos a la mañana y salgo a la calle y alcanzo a advertir una sombra. Está allí. Hay un secreto que todos saben, menos yo que paso con cuidado la lengua por encima de ese diente y  lo muevo despacito. A ver qué pasa.