2.12.2012

granada

Querido cuerpo

Estos días tengo ganas de estar sola contigo. Salgo lo necesario para volver a casa y despojarte de los zapatos y sustraerte de la falda y la blusa y juguetear con los tirantes hasta que ellos también se van. La semana pasada te llevé a la playa. Había pasado demasiado tiempo. De ida te quejaste, te adoloriste, te mareaste. Pero todo fue depositarte sobre la toalla, untarte de aceite con economía. Pedir una cerveza, dos. Comprar una granada al vendedor ambulante. Hincarle el diente a la granada, la granada entre las manos, el jugo en catarata por el mentón, las semillas explotando. Y tu contento y en vías de oscurecimiento. Brilloso, contento, agradecido. Parto descalza una naranja y la misma cosa, un surco de jugo se despeña hasta el ombligo. Te persigo por la casa, intentando convencerte de que te vistas. Obligándote a cubrirte para poder salir. No quieres. Te pongo un zapato y te escapas del otro. Elijo un pantalón y prefieres una falda. Te gusta estar calato, querido cuerpo y yo no puedo hacer otra cosa que permitirlo.

Etiquetas: