2.05.2010

again, el cuerpo

Querido cuerpo:

Algunas veces te vuelves un desconocido, una especie de enemigo por descuido, un extraño torpe que desconoce la voz que más hace falta que esuches. No te equivoques. Te sigo queriendo, cuerpo amado. Sigo pensando que tienes las piernas fuertes y me gusta tu cintura semi-breve y la forma que tienes de moverte algunas veces y la forma en que respiras. Me gustan tus pies y tu cadera. Pero no haces caso y te cansas y tropiezas -siempre tropezando, siempre cansado- y me traicionas. Nos traicionas. Porque al final de cuentas, no te confundas, eres mío nadamás y no puedes marcharte a otra parte sin llevarme también contigo. Excepto si te mueres. Sólo entonces vamos a separarnos, entiéndelo bien, será el fin para ti. Y yo voy a extrañarte mucho. Así que puedes enfermarte todo cuanto quieras, que yo no me voy a mover de tí. Toseré, moquearé, deliraré, sangraré. Pero lo haré junto contigo. Dentro de ti. No tenemos escapatoria. Hace falta que empecemos a movernos más como antes, como cuando creíamos que no había frontera entre tú y yo.

Etiquetas: