4.02.2008

martes


Mesa para dos. Un tango. Una copa del vino de la casa. Una. (Es martes) Un cigarro, la permisión de la noche. La mesa sin velita (ni fuego). Mesera emo ausente. Los dedos se impacientan. Imposible interrumpir al interlocutor.


Decisión y galantería se ponen de pie del otro lado del restaurante. Como película de los cuarenta. Me dirige sólo una mirada. Y el fuego. Mi acompañante se queda boquiabierto. Qué guapo que era.

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