1.03.2008

Para Juan

Cumpliste años y me diste un regalo. No se vale. ¿No te das cuenta que debe ser al revés? No. Eres generoso. Te despertaste el domingo, en la víspera de tu onomástico. Tomaste tu camioneta. Recorriste doscientos diecisiete kilómetros. Tocaste la puerta de casa de mis padres. Me encontraste recluida, sin pintar, mirando fijamente la pantalla. Tosiendo. Hacía días que estaba así. Yo no te lo había contado. Pero no necesitabas que te lo contara. Me abrazaste fuerte, en mi cama, ante la mirada atónita de mi mamá. Levántate, mujer. Nos congregamos en torno a unas aceitunas, queso. Yo no toqué nada. Agua mineral, sólamente. Todo me parecía raro, conspiratorial. Cuando por fin estuvimos a solas te pregunté qué pasaba, a qué se debía todo esto. Nada en especial. ¿Cómo supiste? No sé nada, pero me preocupas. Te preocupas por mí y vienes, a verme, a sacarme una sonrisa. A escucharme. Y luego cumples años y yo no sé qué regalarte. Gracias, de veras. Tú sabes cuánto te quiero.