12.11.2007

insomnio

Noche dos. Despierta otra vez. Más o menos es la misma hora que ayer. En ambos casos, el sueño vino fácilmente antes de la medianoche. Y después, un switch. Como que se me termina el sueño y estoy despierta. Dicen que cuando uno tiene insomnio no debe mirar el reloj porque uno se estresa. Eso me solía pasar cuando tenía insomnio y actividades laborales inminentes. Ahora realmente tengo poco qué hacer. Estos días siempre son más o menos iguales. Uno como que va y uno como que cumple y uno como que termina las cosas que no terminó. Pero el verdadero rush ya vino antes. Así que qué importa que al rato esté desvelada. Tecleo en la oscuridad y empiezo a divagar mental y cibernéticamente. ¿Cómo sabe uno cuando no está en lo correcto? Conjuro las palabras del perredista de mis veinte años y me calmo. La vida no es un examen. No hay respuetas correctas e incorrectas. Y sin embargo es la vara con la que sigo midiendo todos los días. Claro, en mi trabajo no siempre se puede hacer otra cosa. Pienso en mis propósitos de año nuevo. En los regalos que tengo que comprar y en los que quiero comprar. Comprar. Puf. Puro comprar. Así no se puede. Ayer me llamó la C desde allá, desde su península en el pacífico y me alegró la tarde. A veces pienso que sí tenemos un hilito que nos conecta. Que nos mantiene hermanas aunque hace casi dos años que no nos vemos. Dijo que vaya. Capaz, no me haría mal el sol, su risa, charlar como antes. Suena una alarma. ¿De qué es? Es aquí. Como un relojito viejo. No son horas. ¿Quién lo pondría? Anoche no oí nada. Tal vez debería abrir el libro de la Lessing. Encima no terminé el último de Pahmuk. ¿Será que se puede leer un Nobel sin terminar el del año pasado? ¿O fue el antepasado? Fuck, ya ni sé. Este año voy a ir más al cine, I promise. Voy a enflacar ahora sí. Voy a ahorrar. Antes era más original. Aunque es cierto que algunas de las mejores cosas que he hecho han sido sin proponérmelas. Facebook es adictivo. Estoy bostezando, buena señal. Al rato será otro día.

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