2.13.2005

voces

Es esta maldita necesidad de complacer. La urgencia de aprobación. No más. Esto es mío y para mí. Para los demás también, pero porque yo. No al revés. Voy a tener que tomar distancia, mirar las cosas en su justa dimensión. A veces pienso que se me salió todo de las manos. A veces creo que esto podría ser una oportunidad, pero es mentira. Lo único que quiero es que sea como antes, aunque sé que como antes ya nunca. Pero sí más como yo. Al principio era encontrar una voz. La mía que estaba perdida. Después, ahora, sí hay otra voz. Pero es la de ella otra vez. La de la muchachita esa que complace y dice y provoca lo que los demás quieren. Y cada vez más se queda la otra aquí adentro . Cada vez más me detengo y la escucho y luego la silencio. Cuitláhuac tenía razón cuando decía que es uno de los vicios del blog. Ciertamente que lo es. No lo quiero. Como sea estoy dejando de fumar, así que vamos a deshacernos de este vicio también. No el de escribir todo el tiempo. Ése otro que plaga las letras de un tiempo pacá. Quiero volver a ser palabra. Una palabra que hable de mí. Que me cuente a mí de mí. Nadamás.