2.12.2005

silencio

Ya se fueron. Estuvimos viendo la tele en pijamas hasta tarde. Me invitaron, pero no quise. Necesitaba estar sola, me duele algo. No es la desvelada ni la cabeza ni la garganta. Eso es aparte. Anoche volví a hablar de eso. Me había prometido no hacerlo más, y lo había cumplido. No sé si el alcohol o la noche o el frío o la música. En un rincón, con las piernas cruzadas junto a mi pecho cubierto de destellos rosas, un abrigo ajeno sobre los hombros. Entonces abrí la boca y dije las cosas que dije que no iba a decir. Todavía me duele. Fue como estirar el hilo de sutura de la herida que ya no dolía. Y entonces uno vuelve a vivir el accidente. Y uno no tiene a quién decirle que lo abrace o lo lleve a casa y uno ha olvidado la cartera y tiene que esperar a devolverse con alguien más y todo da vueltas y vueltas y no para de girar hasta que aparece alguien con el abrigo y alguien más con la bufanda y el gorro lo lamento pero no podemos buscarlo y tenemos que marcharnos y tomamos un taxi y nos falta alguien más pero no importa porque es tarde y queremos irnos y llegamos y la casa no es casa y uno de todas formas se alegra de mirar el edredón de las flores rojas y busca la pijama se tumba sobre las plumas de ganso forradas de flores rojas. Malditos. Otra vez dejaron prendida la música los de abajo. Es un disco de éxitos de los Beatles, así que no está mal, pero quiero dormir y no puedo y entonces el resto de la comitiva se aparece y no tiene ganas de dormirse y quiere hablar y reír y uno quiere cerrar los ojos y estar en su casa pero ah es cierto esta es la casa y no hay dónde más y porqué conté lo que conté si eso es asunto terminado y ya eso no me importaba. Después llega la mañana y el dolor de cabeza y uno no puede quitarse la pijama ni mirar la tele ni largarse lejos porque uno ya está lejos y no podría estar más lejos y sin embargo, así de pronto me veo rodeada de gente y de ciudad y de trabajo y de obligaciones y no me reconozco y eso que paso todo el día conmigo. Me paso todo el día conmigo y con la gente y la calle y los abrigos y el queso y el pan y la televisión y la ventana y la computadora y ah cómo paso el tiempo con la computadora y los libros y los cuadernos pero conmigo, todo el día conmigo y no puedo no puedo a veces ya no quiero estar conmigo y sólo quiero silencio y paz.