10.21.2004

Tal vez un día.

Tarde, nefasteada, encorajinada.
El calor, el trabajo, el hambre, la ineptitud.
Bad hair day, blusa que no me gusta, cejas sin depilar, lentes.

Una decisión arbitraria:
Detenerme en la tienda de conveniencia más cercana.

Una decisión absurda:
Tomar el retorno y atravesar todos los carriles y estacionarme.

Una decisión cara:
Emplear los últimos veinte pesos que me quedaban para comprar cigarros.

De salida, arrancando, un hombre en el retrovisor. Shorts. Camiseta. Paliacate azul en la cabeza. Hermoso. Perro negro lo acompaña. Me mira. Reversa. Volteo de reojo. Me está mirando. Sonríe. Evado. Abre la puerta. Va a entrar. Miro por última vez. Se detiene, suelta la puerta. Voltea. Nos miramos de verdad. Me distrae el tráfico. Miro la avenida, los autos, el ruido, el calor. Acelero. Última vez, ahora sí. Recargados contra la puerta de vidrio, sus ojos esperando los míos. Sonrío. Me dice adiós.

Hoy supe que voy a volver a sentir.

1 Comments:

Blogger Roberto ha dicho...

Nunca has dejado de sentir, solo estabas de vacaciones... que tal fue el paseo...? un abrazo... sonrie... dejalo salir...

1:15 a.m.  

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