10.08.2004

Olores nóbeles

Se ganaron un premio por descubrir cómo nos funciona el cerebro en relación con el sentido del olfato. O algo así. Que somos capaces de reconocer 10 mil aromas. Que existen mapas bidimensionales en nuestro cerebro. Que este descubrimiento le otorga plasticidad a la idea que tenemos de nuestra mente. La noticia me sirve nadamás para ponerme a pensar. Los olores me son importantes. Alguna vez me quise robar un olor. Alguna vez me regalaron un olor. Un hombre que en un arranque falso de generosidad escribió "Toma mi olor, ya no me sirve". Dijo que era La más grande prueba de su amor por mí. No lo sé. Tuve que quitármelo de encima porque me dolía tenerlo encima. Tuve que guardarlo en un cajón porque me lo dejó puesto, sin envoltura. Qué importantes son los olores. Cómo nos llevan a diferentes lugares. El olor de mi mamá, cuando yo tenía ocho años, lo recuerdo bien. Como abrir un cajón lleno de listones y encaje y satín. El olor a lentejas que tanto me gustan. El olor acre de la olla que se derritió sobre la estufa una noche que volvimos a la casa para encontrarla llena de humo. Colors, de Benetton me recuerda mis once años. El delicioso olor a plástico rosa de los borradores y los lápices de colores. Cebolla dorándose sobre un sartén caliente. Los rascahueles. Mi colección más grande de rascahueles la perdí en un accidente automovilístico en el que estuvimos mi mamá y yo cuando yo tenía seis años. El olor a sangre helada de las carnicerías. El olor de la chaqueta azul de mi primer novio. Olía a casa ajena, a eso que hay detrás de una puerta desconocida. Su aliento era de chicle y tabaco. Nunca he vuelto a besar un olor como ése. El olor de los primeros lipsticks, esos de estuchito verde que pintaban de rojo mate nuestras bocas vírgenes. También están los diferentes olores de S. Todavía los guardo en alguna parte. Todavía cuando me cruzo con algún despitado que todavía usa esa loción que ya no está de moda, me parece que me vuelve a tomar la mano y a llamar prieta, todavía ese gel que usaba para peinarse, los asientos de piel de su auto nuevo. La madre de S. Ella es para siempre Amarige. Un olor dulce de abrazo cariñoso revuelto con incenso e iglesia y dulces de uva. Mi papá recién rasurado, antes de irse por la mañana cuando salía de viaje y dejaba un poquito de su cachete sobre mi almohada. El olor a salón vacío, recién trapeado, a gis en los dedos, a pizarrón polvoso.

Mi olor. Ése es hasta cierto punto nuevo para mí. Ése lo conocí hace poco, yo creo. ¿Cuándo descubrí mi olor? No lo sé, pero sé que por un tiempo pensé que era de alguien más. Me gustaba porque pensaba que era su olor. Pero era yo. Era eso en lo que yo me convertía cuando estaba con él. Esa rara mezcla de noche y vino y madera rústica y cucumbermelon y el dove de los puntitos azules y y y...Luego yo me iba y me quitaba la ropa y me parecía que era de alguien más. Me parecía que respiraba sola, y me gustaba.