10.24.2004

Hipo

Ante una mesa con mantel de cuadritos se hacía un recuento de los daños de la noche anterior. Alguna empezó a quejarse del ataque de hipo del que fue presa alrededor de las cuatro de la mañana. El resto voluntarió sus recomendaciones y condolencias ex-temporáneas e inútiles. Se insistió en lo del remedio. Frunciendo un poco la memoria, traté de recordar. Mira, hay un músculo aquí en el cuello, pero no me acuerdo si del lado derecho o del lado izquierdo, debes voltear a un lado y estirarlo del otro, y se te va a quitar el hipo. Me miran todas. Se llama, argh, cloromastoideo, o algo así, híjola no me acuerdo...Nuestro mesero empieza a ponerse del color de su camiseta. No está haciendo calor. Nos mira furtivamente mientras prosigue la conversación del hipo. Me doy cuenta de que se está mordiendo la lengua. Sin mayor preámbulo le digo: ¿está del lado derecho o del izquierdo? Al pobre le tiemblan las botellas de cerveza en la mano. Ese que son bilaterales, responde y se toca el cuello. Las otras me miran como si fuera yo una imprudente. Ya un poco más en confianza aclara después, esternocleidomastoideo y sonríe. Nunca se imaginó que también para esto le habría de servir. Las demás se ven todavía perdidas. EStudias medicina, le digo. No le estoy preguntando. Sí, y retira la cubeta llena de hielo y se marcha. No alcanza a escuchar que ahora quieren una demostración de cómo hay que hacer para que se quite el hipo. Eso no se va a poder.