Hay muy pocas cosas –poquísimas- cosas en la vida que le dan derecho a una persona a tocarle la lonja a otra persona. Se me ocurren tres, cuatro situaciones aceptables. Tener el número celular de la persona dueña de la lonja y/o acompañarla al cine dos veces no son ninguna de ellas.
5.29.2004
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