2.16.2004

Fin de semana.
Viernes. Vuelvo al airodanz luego de que decido que no puedo pasar más tiempo sin hacer ejercicio. El hombro, nobstante, sigue doliendo. Ahora es más bien el brazo completo. Como si me pesara un poco. Como si tuviera un calambre amortiguado a lo largo del brazo. En fin. Mientras me veo en el espejo bailar se me ocurre que me hubiera gustado ser rumbera en otra época. El movimiento de caderas, el ir y venir, la sabrosura. Luego, en la recta final, belly dancing. Mejor rumbera no. Ojalá hubiera sido árabe y hubiera aprendido naturalmente a mover los brazos delicadamente, mientras la mitad inferior del cuepro se balancea así asíasí. En fin. Llamada nocturna. La primera desde el fondo del alcohol. Desde el otro lado del vaso. Qué delicia. Quisiera yo también poder decirte cosas como esas. Tener un dominio tal de las palabras.
Sábado. Abro los ojos al diez para la una. Juan Manuel me espera una y media para cortarme el pelo. No hay tiempo de bañarse. Sólo de tomar un par de jeans, una blusa de alforzas pequeñitas muy arrugada y salir corriendo con el pelo hecho un desastre. ¿Me seguirás queriendo aunque parezca niño trasquilado? R quiere que comamos. Un amigo suyo ha preparado quesadillas de verdad. Hicieron la masa y todo. De champiñones y nopales y frijoles. Salsa deliciosa. Parece Cuernavaca o Coyoacán. Estás asustada amiga. Parece que te has enamorado. Nunca te había pasado de esta forma. Nunca a este grado. ¿Y no te gusta, te pregunto? Ah. No te gusta ser vulnerable. Ah. No te gusta que te pueda importar más a ti que a él. Ah. De todas formas te llevo a buscar un regalo, a envolverlo, a entregarlo. Detén el volante mientras acomodo la caja sobre mis piernas y te muestro cómo hacer un lazo decente. Mientras sigo masticando emanems porque ya no puedo fumar. Por la noche mis deseos de ir al cine se conviertieron en una excursión a la fiesta del Sabrosura Drinkin and Vacileichon Tim. Qué curados estos cuates. Se empzó a convertir en boda. Qué chistoso eso de estar con gente que la encuentra a una tan extraña. Qué extraño decir metrosexual y que todos guarden silencio y pregunten ¿QUÉ? Qué flojera tener que explicarlo. Qué raro decir concekto y que todoo el mundo se carcajee. No entienden. No saben. Qué pereza volver a empezar. Yo quise dormirme, luego bailar, luego beber, luego llamarte. Decirte las cosas del amor, por ser día del amor. ¿O no? Me depositaron en la cama de Claudia que me pertenece a eso de las tres. Qué cansancio.