10.06.2009

fondo

Hay cosas muy simples que te cambian el día. Que te transportan. Por la mañana, elegir el vintage con print de venados azules y negros. Lo usó mi mamá en mi bautizo. Hace casi treinta años. Yo lo rescaté hace un par de meses. Esta mañana parecía apropiado. Muy transparente. En lugar de buscar otra cosa, recuerdo que tengo un fondo. Un fondo también anticuado y negro de tirantes con encaje en el pecho. ¿De dónde lo saqué? ¿Era de mi abuela? ¿De mi mamá? Estoy segura que mío mío, nunca. Deslizo el cuerpo dentro del fondo y luego el vestido encima. Me gusta. Brevemente pienso en que si tuviera tiempo, prendería un cigarro y tomaría café en la cocina con el fondo puesto mientras me enchino las pestañas. ¿Por qué nací en esta época que el accesorio negro indispensable es el iPhone y no el fondo entero de encaje? Me marcho a la escuela, con un chignon desarreglado y la boca apenas pintada, pero con fondo. El cuerpo se mueve distinto. El roce con la tela, llevar el vestido con intermediario. La conciencia de que lo que se ve por fuera no es exactamente lo que hay adentro. Una tontería, tal vez.

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