8.27.2006

edad

Me llamó el sábado pasado, vive aquí junto desde hace dos años. Algunas veces es como la hermana menor que nunca tuve. ¿Nos puedes llevar porfas al (inserte nombre de antro cool aquí)? Es que no queremos llevar coche. Ya lo había escuchado. Desde que las multas por conducir en estado de ebriedad merodean los mil dólares, la gente acá opta por taxis, rides, lo que sea. La gente que de otra manera no se baja de sus autos se baja. Esa noche T y sus amigas iban de sábado en la noche: falditas breves, tanktops, labios brillantes y pestañas enfiestadas. Me puse al volante y de pronto, rumbo al centrito, yo también me hice novia de la noche. Me sumé a sus expectativas, tararée junto con el radio, voltée en Mississipi. Así eran mis noches antes de irme: poncha, chisquis, reini, todas en un auto trasnochado, fumando, cantando, deseando. Apostándole a la noche, colgadas de los celulares, confiadas de los poderes de la blusa más nueva. Dimos vuelta, la emoción, los rostros expectantes, las puertas se abren, los tacones descienden confiados. De pronto nos quedamos solos la radio y yo. Mis ojotas (arg. chanclas) y yo retomamos la avenida. Hace mucho que no me sentía tan vieja.

1 Comments:

Blogger Jody Dito ha dicho...

Vaya Sta. La Mazz se supera usted en cada post, escriba, escriba y no pare por nada del mundo.

10:39 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home