3.11.2005

derecho de ciudad

Supongo que - si queremos verle el lado amable- puede decirse que he por fin adquirido mi derecho de ciudad. Caerme en la calle y perder los guantes dos veces (la segunda para siempre) así lo atestiguan. He dejado de estar a la defensiva. La cautela del lugar ajeno ha sido abandonada. Por fin me siento aquí como en mi casa, supongo. Vuelvo a mi atolodradez original, a mi distraimiendo usual. Bienvenida sea mi recién adquirida ciudadanía entonces.