8.06.2004

Antisocial.

No he escrito, ya lo sé. No he estado. Mentira. Excusa vil. Antes, cuando no estaba, también escribía. Antes me las ingeniaba. Últimamente no. Últimamente apago el celular, no reviso los correos, no escribo, me largo dando portazos. Al mismo tiempo, voy a reuniones, conozco gente nueva, sonrío, estrecho manos desconocidas, me presento, me doy cuenta de que ya no soy una maestra nueva. Una maestra joven sí, pero ya no una maestra nueva. Y traigo un montón de palabras conmigo y encima de mí, pero me parece más bien que sobre todo contra mí. Las palabras contra mí. Todo el día, persiguiéndome, recordándome cosas que pensé que ya había olvidado. Así, voy en el auto y de repente empiezan a formarse las canallas imitando los diálogos que él y yo sustuvimos (quise escribir tú y yo, pero recordé a tiempo que estas líneas ya no son para sus ojos). Me obligan a subir el volumen, cantar canciones que no quiero cantar. Y de todas formas no se van. Por más actividades que pongo en el día. Por más películas que rento. Ayer, por ejemplo, renté Trolosa. Varias veces tuve que detener la cinta, devolerla, volverla a ver. No siempre entendía lo que estaba pasando. No entiendo sueco, y tengo que conformarme con confiar en que la compañía subtituladora ha hecho un buen trabajo. Es una historia tristísima, de amor pero también de venganza. Ah, se me había olvidado, pero el NYT dice en un artículo sobre ciencia que la venganza es buena. Yeah.
Recomendación para los productores de quitaesmalte barato: Las personas que compran quitaesmalte, por más barato que éste sea, no tienen intenciones de arruinar sus uñas tratando de quitar las simpáticas tapitas a presión que vienen bajo las tapas de rosca de las botellas de quitaesmalte. No nos obliguen a comprobar que la acetona tiene un sabor horrible.