4.25.2010

incompleta

Casi las ocho y apenas se termina el sol de domingo. He pasado una buena parte del día adentro. Sin pintarme ni peinarme. Como que me la he ido creyendo poco a poco. Eso de crecer e ir perdiendo las energías. No crecer. Envejecer, secarse uno por dentro. Y al mismo tiempo, esa serenidad que sólo puede llegar cuando te deleitas en los nardos que compraste el viernes y perfuman la casa. Sentirme tanto en casa. Pasar el domingo sabiendo que debo trabajar y no hacerlo. O hacerlo a medias, pero siempre de manera incompleta. Querer dormir, darle un trago a la copa de vino. Mirarme en el espejo. Oler otra vez los nardos. Extender el tapete de yoga y volverlo a guardar. Querer hablar con la güera. Extrañar a la güera. Abrir un libro, cerrarlo, dejar otra revista en medio de la sala, mordisqueada pero sin comer.