5.11.2009

lamento

Este cuerpo mío está convirtiéndose en un lamento. Un lamento quedo y constante. No es mi caso. Yo lo escucho y no lo escucho. Lo miro, lo veo, intento negociar, consolar, explicar. Pero no hay razón. Ésa es la esencia del cuerpo, la sinrazón. Y pasa que no nos entendemos últimamente. Que ya no quiere encontrarme ahí donde habíamos quedado.

Cuando uno piensa en curvas, se le ocurre que son suaves y redondas. Y cuando uno piensa en ángulos, estos son duros y fríos y tensos. Con el cuerpo sucede curiosamente lo contrario. Al menos con este cuerpo. Este que de ordinario es flaco y plano y otra vez, como cada tanto, se endurece un poco. Los ángulos trocan en curvas. La piel se tensa, se duele. Cada tanto -a veces él lo sabe mejor que yo- el cuerpo hace esto. Dice, me dice. me llama. Para esto servimos. Para esto estamos listos. Lo miro. Lo toco. Siento pena. por que sé que está de alguna forma desperdiciándose.

El fin pasado vimos Elegy de Philipp Roth. Y me quedé n poco con eso. El asunto del cuerpo y la juventud. No la mental, sino la física. Aunque también. La pérdida de ambos. ¿Qué queda después de que se pierde el cuerpo? ¿A dónde tenemos que irnos cuando se gasta? ¿Cuáles son las posibilidades ante este horizonte tan finito, tan aquí nomás?

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