4.18.2007

Marco Polo



Hace un año no lo hubiera creído. Me gustó China. No me gustó tanto la misión con la que iba, pero me sentí un poco como, como, no sé. Qué impresión los espacios, las multitudes, los mercados. Qué impresionantes los templos y las sabias sonrisas de los monjes. Qué alucinantes los edificios y el capitalismo que habita los mercados habitados a su vez por camisetas y chucherías de Mao que le darían pena a Mao. Al Shelman Mao, palece que dicen los chinos en su inglés apachulado. Caminar por un mercadito, comerse unos nudels, regatear un poco cualquier baratija. Mirar los duraznos y los cerezos y decidir que los retratos pintados a mano tantas veces vistos no son otra cosa que un espejito de cada jardín. Cada jardín que si es chino debe tener roca, plantas, agua y puente. Ahora lo entiendo a Marco Polo. Aunque seguro él no tuvo jetlag.

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