4.29.2007

comida

Hace algunas horas que estoy leyendo el diario del domingo y al llegar al feature del steak frites en Paris siento hambre. Tengo ganas de unas papitas bien hechas y una carne ensangrentada. Tento ganas de la comida dominical de Vivianne. Había un lomo de cerdo relleno de ciruelas, con una salsa divina de pimienta. Había también la lasaña que cada día en el frigo sabía mejor. Estaban las tartas de chabacano, de manzana, de pera, el café fuerte, el plato de queso que dormía colgado de la puerta exterior de la ventana. No sé si tengo hambre y además ganas de cocinar. Ayer comimos en el Riex. Hace mucho que no iba, la memoria de mis sábados de soltera regioavecindada borrada temporalmente. Fuimos y pedimos el vino completo y la pasta y el brie al final. Y luego, el brie me transporta a las mañanas en niushorc, el bagel recién hecho y los pies descalzos sobre la silla que se asoma al cementerio de Old Saint Patrick's. Quién sabe cómo, quiero mejor un tlacoyo nolitense. De ahí donde se queja él que hay puro bluff y presunción. Y se me corta la inspiración sibarita. Pero tengo hambre.

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