3.27.2006

barrio

Este fin de semana se perdió. Entre que no-cumplí y que sí festejé y el vino y el pastel de chocolate con mazapán y a la mañana siguiente evaluar el daño (cuánto daño) e intentar limpiarlo todo. Darme cuenta de que cada vez más soy otra, justo cuando estoy a punto de volver a donde yo era. Empezar a ser de aquí. El martes, en la lavandería me extienden una mano pequeña y calluda, "I'm moving out. Thank you for everything" y se asoma la tristeza de ojos rasgados. Se marchan ellos también, desmantelan el negocio donde seguro ahora habrá una boutique muy exclusiva y muy cara. El jueves, el surfista australiano, con los pantalones a medio caer saludándome en la calle e invitándome una hamburguesa de esas que me encantan porque era mi cumpleaños, "c'mon over to Ruby's and I'll have a treat for you". El sábado, guiñarle al ojo a (¿cómo shamarlo a él?) mientras nos regalan la primera ronda en el wine bar nuevo de Mott porque ya soy cliente. El domingo, sin nada en el refri, ir con flatmate por la deliciosa sopa de tomate y los ravioles a Bread. Saber que la rubia sonríe porque cuántas veces me ha visto con cuántos hombres en ese lugar. Después de misa, un croissant gratis cuando fui por mi pain au chocolat. Y después, en un par de meses, largarme. Tirar toda la familiaridad a la basura y regresar a vivir entre los cerros. Dejar de ser peatón y straphanger y conducir un auto y encontrar que tal vez en el Urban ya no me reconocen y Katia me ha borrado de la lista en el yoga y mi pretendiente de la tintorería tiene alguna otra cliente a la que le abre la puerta cuando ya está todo cerrado e intentar convencer a los guardias de que yo tengo más derechos de estacionamiento que las maestras que apenas han empezado a dar clases hace un año.

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1 Comments:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Joder!, qué nostálgia, qué melancolía...Sta. La Maz, la prohibo que me melancolice, entendés!!

1:52 p.m.  

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