7.19.2007

homeless

Hay quienes no lo entenderán porque lo tienen o porque no lo necesitan. Ese sentimiento de conocido, de pertenencia, de poder decir, llegué. Hacé algún tiempo que ando de aquí para allá, sin tocar base realmente. No hay lavadora propia en la cual poner la ropa que sale de las maletas. Las maletas se abren para que otras maletas menores existan: la que va a la tintorería, la bolsita de souvenirs que va a Reynosa o a la oficina o a Niu Yorc. Inclusive el souvenir que es para mí queda guardado, hasta que tenga esa casa, aquel escritorio, la pared definitiva. Volver a donde nadie está esperando. ¿Y qué es volver si nadie espera? Nada, se convierte en abrir una puerta, tumbarse en yet otra cama a la que alguien le cambió las sábanas y huelen extraño, ducharse bajo un agua donde el shampoo tampoco es el nuestro. Cenar fuera -otra vez fuera- excepto que esta vez no hay que comprobar los gastos.

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1 Comments:

Blogger c. ha dicho...

disfrute querida
que esto se acaba
y luego se extraña.

10:16 p.m.  

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