10.02.2011

Cinematográfica

Algunas veces sientes como si vivieras en una película. Desciendes de un taxi sola en minifalda. Tomas el ascensor al caer la anoche y se cuelan fantasmagóricas las risas de unas niñas que viven en otro piso. Compras queso y vino y lo comes echada sobre tu sofá mientras tachas un manuscrito. Te pones unos tacones morados y caminas siete cuadras hasta la casa de un chico y éste te silba desde su balcón cuando todavía no llegas a la puerta. Cruzas la calle y detienes el tráfico. Despiertas un domingo y lloras un ratito mientras desde la almohada divisas la ciudad y sabes que hoy estarás sola. Te deleitas comiendo gomitas de colores en un parque. Levantas tu teléfono celular y anuncias que vas, que no vas, que te importa un carajo. Atraviesas un parque en sábado para encontrarte con una amiga que viste de manera extravagante. Te topas con taxistas cómplices, con dependientes groseros, transeúntes coquetos. Todos accesorios. Te preguntas de qué diablo se va a tratar este collage de imágenes. Dónde está el guión. Cuándo termina.