10.31.2009

bra

Para la boda de V compré un vestido de escote profundo en la espalda. Me lo pruebo y me doy cuenta de que requiero un brassiere especial que no poseo. Debo comprar uno. Me baño, me arreglo, me dirijo al coche. Hasta entonces me doy cuenta de que no puedo hacer esto sola. Es el tipo de cosas que no se pueden hacer sola. Necesito una amiga, o una hermana, o a mi mamá.

Este es el tipo de cosas que de pronto me hacen odiar estar, ser sola.

Etiquetas: ,

10.30.2009

subconsciente

Me preocupa esta repentina necesidad de correr. Este afán.

10.27.2009

ciclos

El kilo de café dura, con mucha suerte, 12 días. El kilo de sal, nos dimos cuenta el jueves pasado, duró quince meses. Lo mismo que duró el clóset sin fallar y los cajones de la cocina nueva sin atorarse. El kilo de azúcar en cambio, se va en seis o siete semanas. El semestre por lo tanto, dura dos kilos de azúcar. El manicure, si me acuerdo de no lavarme tanto las manos (imposible con el gis y la amenaza de influenza) algunas veces llega a los diez días intacto. Terminar de pagar el refrigerador y el futón tomó trece mensualidades sin intereses. United States of Tara, el único programa de tele que veo, dura sólo media hora (es que es comedia, dice el hermanuel). El corte de pelo a veces aguanta tres meses. Una pluma roja se termina cada cuatro días. Al iPhone sólo le dura un día la batería. La cajetilla de Marlboro catorce (rojos), se va en una semana. Trescientos cincuenta pesos equivale a un tanque de gasolina lleno; eso son diez viajes a la escuela, dos a la universidad, uno a la tintorería y unas cuantas cuadras más. Mi clase dura cincuenta minutos. Ahora se termina foi na travessa da palha, en el minuto 4'23''.

¿Cuánto dura la distancia? ¿Cuánto la memoria?

10.25.2009

morning exam

Friday morning. I'm tired and sleepy and I need more coffee. It took longer to wake up today. It took a bit more snoozing and a lot of heavy sighing and a tweet or two to see if someone out there can muster a bit of encouragement for a stranger who is having a hard time waking up in October.

The kids, because as much as they like to think of themselves as adults, and as much as we are supposed to think of them as young adults, they are nothing but kids, big children, actually, they are restless. It seems like they are not underslept and as nervous they may be about the exam, they are all jumpy and excited. I walk in, barking as I make my way to the front of the room to move a desk a bit to the left and pick up that piece of paper and what is this backpack still doing here and how come people are still talking and I don't really see what are you planning on using to answer your exam with if you have no pen or pencil on top of your desk. I use my loud voice and ask them to be quiet and I can wait as much as you want for you to be ready, but I will definetely not give you more time to answer this test, ok? And suddenly, just as everyone has miraculously shut up and I have looked down to sort the exams, a voice comes loud and clear from the left side of the room.

- Miss, may I please say something? Please?

- Please- I roll my eyes dramatically- please do.

- It will be with all due respect Miss, okey?

- What - I tap loudly my heel against the floor- is it?

- Miss, just go ahead and BRING IT ON!

And then they are ready to take the exam. And I no longer need more coffee.

Etiquetas:

misiva

Querido Cuerpo:

Hace un rato que usted y yo no nos dirigimos la palabra. Me contaron que no le gustó que lo haya puesto a correr dos o tres veces por semana desde hace más o menos un mes. Vamos, tampoco hay que ponerse así, porque dicho francamente, usted y yo sabemos que la velocidad a la que me permite darle vueltas al parque tampoco es la gran cosa. La idea es, déjeme contarle, que poco a poco vayamos mejorando esta relación que sostenemos para que yo me sienta siempre contenta de mirarlo y usted disfrute de todas las cosas ricas que yo puedo proporcionarle. Y eso incluye, pero no se limita, a los ravioles con salsa de tomate y carne de puerco con parmesano fresco como los de hace unos días.

Ayer, por ejemplo, ¿vio qué bien le sentaron esos largos minutos con los pies bajo el agua caliente? ¿y después, la lima y el alicate y al final el bonito esmalte rojo que le pusimos a las uñas? No se haga, que más tarde lo vi ufanarse con los zapatos de dedo escotado y mover coquetamente un hombro frente al espejo cuando le puse el vestidito negro que tan bien le queda. ¿Entonces qué son esas actitudes, me pregunto yo, de amanecer con una migraña tan estúpidamente terca en la región parietal izquierda? ¿Para qué la cojera llorona en el parque a la tarde? Entiéndame bien: Usted no va a ninguna parte sin mí y yo estoy atrapada dentro suyo. Y tenemos que ir a la playa en tres semanas, así que no se me descomponga.

Etiquetas:

10.12.2009

cute but no

We're halfway done with the semester. By now I can predict who will be failing this course. I sigh. If they would only listen. They don't. It's the middle of the week and they have to show me the have read. I give them a worksheet. I explain what they're supposed to accomplish with this task. I repeat the instructions. I emphasize. I ask them to be quiet just this one minute. Then they start scrawling things on the worksheet. I walk around and ask them to show me their homework. They produce their concept maps from their backpacks and binders, like they don't need them to complete the worksheet. Like it wouldn't make their morning a bit easier and their homework actually valuable. I walk around and mark them. Some of them are quite good. Some are making a (belated) effort. And then I arrive to this boy's seat. He's tall and cute. He produces a page still attached to his notebook. I look at it. It is not a concept map, I say. Then I read it. This is what I explained just ten minutes ago. He says nothing but pouts. An eighteen year old pouting. He tries again, still silent, but adds a sad puppy face. No, I say. This is a zero. He pouts harder and bats his eyelashes.

I can't anymore. I smile. Then say, That's all you are getting. A smile. That's as far as you're getting with me.

Etiquetas:

posponer

Me desespero de mí. De mi clóset revuelto, del domingo con las horas gastadas. De ponerle y ponerle snooze al teléfono, a la vida, a los amigos. De la arruga incipiente y el cuerpo inquieto. De la cana, el alumno, la pila de tareas sin revisar. De las distancias y las ventanitas. Me desespero de los treinta, de la cana, de los puntos del Infonavit que no son suficientes. De las mismas lecturas de siempre. Hasta del zapato y la caminadora, que no me lleva a ninguna parte. Del estacionamiento y el humo del cigarro de otra cajetilla más.

Me harto.

Etiquetas:

10.11.2009

propósito

Usar pantalones lo menos posible.

Etiquetas:

10.06.2009

bargain hunter

El tío Fulanito me habla de su trabajo corporativo. De cómo la tendencia es de ir desplazando a los viejos y darles puestos de poder a los jóvenes. Con sutileza, se detiene en un joven en particular, cuyo ascenso meteórico en la empresa, empresa para la que él ha trabajado desde hace treinta años, desde que tú naciste mijita, es bastante admirable. Fíjate que es un chavo bien movido, muy preparado, blabla. Para cuando me las huelo, es demasiado tarde. Y yo no sé por qué, me dice, pero le ha ido mal. Fíjate que se iba a casar el año pasado y la novia lo dejó. Así nadamás, un mes antes de la boda le dijo que no se casaba. Y yo me acuerdo que varios de la oficina nos lo llevamos a comer varias veces después de eso, porque si se agüitó bastante. Zaz. Me empieza a costar concentrarme y fingir interés. Entonces lo suelta. A mí se me hace que ustedes se llevarían muy bien. Y habla de una carne asada en su casa, o de un intrincado plan para hacer que nos encontremos. Bostezo.

La colega Tal viene a visitarme. Charlamos amenamente. Me reporta sobre sus actividades, me habla bien de la labor que vengo haciendo, se justifica por tal o cual cosa (ahora que soy jefa, recibo explicaciones incluso cuando no las solicito; sobre todo cuando no las solicito), me pide que la retroalimente. Luego chachareamos otro poco. Questoquelotro. Hasta que me dice tímidamente que ay pues, ella quisiera pues, presentarme a su pariente político, porque noestáscasadaverdad. Ah, quiere quedar bien. Sonrío enigmáticamene sin soltar mucha prenda. Se pone nerviosa. Pero es que no sé qué tan open mind seas, ¿verdad? Ahora la intrigada soy yo. Tal vez sea guerrillero. O artista. Tal vez sea muy mayor. Me cuenta que es guapo y picky con las mujeres. Que es bien inteligente y le gustan con cerebro. Mjá, contesto con un poquito, un poquito de interés y también ¿ah, sí? Pero es que fíjate que tiene un hijo que nació hace poquito. Oh? Y remata, increíble y genial: Pero no te preocupes, porque ya se va a divorciar.


Vámonos entendiendo. Para saldos y rebajas, nadie me gana. Creo que me las puedo arreglar sola.

Etiquetas: ,

fondo

Hay cosas muy simples que te cambian el día. Que te transportan. Por la mañana, elegir el vintage con print de venados azules y negros. Lo usó mi mamá en mi bautizo. Hace casi treinta años. Yo lo rescaté hace un par de meses. Esta mañana parecía apropiado. Muy transparente. En lugar de buscar otra cosa, recuerdo que tengo un fondo. Un fondo también anticuado y negro de tirantes con encaje en el pecho. ¿De dónde lo saqué? ¿Era de mi abuela? ¿De mi mamá? Estoy segura que mío mío, nunca. Deslizo el cuerpo dentro del fondo y luego el vestido encima. Me gusta. Brevemente pienso en que si tuviera tiempo, prendería un cigarro y tomaría café en la cocina con el fondo puesto mientras me enchino las pestañas. ¿Por qué nací en esta época que el accesorio negro indispensable es el iPhone y no el fondo entero de encaje? Me marcho a la escuela, con un chignon desarreglado y la boca apenas pintada, pero con fondo. El cuerpo se mueve distinto. El roce con la tela, llevar el vestido con intermediario. La conciencia de que lo que se ve por fuera no es exactamente lo que hay adentro. Una tontería, tal vez.

Etiquetas:

10.04.2009

sábado de tiros

Abres los ojos a las once de la mañana. Todo está oscuro todavía. Los cierras otra vez. Estiras las piernas y restriegas el empeine contra el borde del colchón. Sonríes dormida todavía, con la nariz pegada a tu hombro izquierdo. Alcanzas el iPhone con la mano. Es tu secreto. Paseas el dedo por la pantalla, miras, lees, encuentras. Intentas alargar la mañana en la cama. Imaginas. De pronto una urgencia te saca de la modorra. M vendrá a tomar un té antes de ir a comer a casa de su suegra. Te enjabonas como si supieras un secreto. Sonríes. Con la mano derecha te tallas uno ojo. Usas la derecha porque en esa mano llevas el anillo que te hace sentir adulta. Te vistes. Suena el teléfono. Tu mamá te pregunta si has desayunado. Acaba de volver de una despedida de soltera a la que prometiste acompañarla pero lo olvidaste. Te cuenta cómo fue y en dónde. Ahora está en el supermercado y, en realidad, no te habla tanto para saludarte, aunque te aclara que sí, como para pedirte que llames a la casa y le hagas un favor. Tiene un celular nuevo y no sabe usarlo bien. Aparentemente es una Blackberry, pero es difícil saber. Por algún motivo sólo ha conseguido llamarte a ti. Olvidó su cartera en casa. Te ríes mientras tiendes la cama al descuido, si pudiera ver que no has doblado las sábanas como ella te enseñó. ¿Podrías llamar a tu hermano y pedirle que se la lleve al súper? Te parece absurdo. Intentas explicarle cómo marcar, le pides que describa la pantalla. Tocan la puerta. Es M que ha venido y tiene sólo una hora para charlar. Al teléfono dices que sí sí sí y cuelgas. Abres la puerta y además de M están los fumigadores intentando convencerte de que los necesitas. No los necesitas. Abrazas a M y te apena un poco el pelo mojado, la cara recién lavada. Un chisme, otro, aquí está el agua ¿quieres Cloud 9 o Ancient Happiness? De pronto, entre una cucharada y la servilleta, lo recuerdas. Tienes que llamar a tu hermano. Le marcas al celular. No contesta. Marcas al fijo. Alguien más contesta. Explicas, llamada en espera, tu hermano. Hermano, tu mamá llamó, necesita que la rescates en el súper. Hermano se escandaliza ¿no podría llamarlo a él personalmente? Explicas, teléfono nuevo y de quién fue al final la idea de darle una Blackberry. Que no, te dice, no es una Blackberry y refunfuña otro poco y después te cuelga. Regresas a M y a todas las cosas que deberían decirse porque hace cuánto que no se ven. Vuelve a sonar tu teléfono. Tu mamá otra vez. Te dice que está bien pero que cerraron el supermercado. Hay una balacera. La cara de M cambia sólo de ver la tuya. Preguntas cosas tontas. Tu mamá está sorpresivamente calmada. Te cuenta lo que está pasando y te recuerda que no sabe cómo hacer llamadas a otros teléfonos. Pero que estés tranquila, ella está bien. Pero tu hermano. Tu hermano que se había marchado luego de que le dijiste, a llevarle la cartera, él está en el estacionamiento. Afuera hay tiros. Dices te quiero y cuelgas el teléfono. Marcas el número de tu papá, piensas mil cosas. Tu papá te pone al tanto: Estamos todos a salvo, menos tu hermano, que andaba en la calle. Pero ya habló con él y está bien. Ahorita, te expllica, nadamás falta él. Tu mamá está encerrada pero está bien. Tengan cuidado, le dices y sientes algo feo en la panza. Abres la página del periódico, M te mira con los ojos abiertos. No hay nada. Sirves otra taza de té. Piensas en Dios. Le pides. Intentas concentrarte en la conversación. Recuerdas que hace un año, o un poco menos de un año, tú y M estaban sentadas en los mismos banquitos la noche de Thanksgiving, en la víspera de la muerte de tu abuelo. Tienes un mal presentimiento. A doscientos kilómetros hay una balacera y tu mamá y tu hermano están cerca del peligro. No puedes hacer nada más que servirte otra taza de té y pensar en Dios. Pedirle en silencio y respirar hondo y tratar de no pensar. Imaginas los soldados y el ruido y la gente. Te preguntas si estarán tirados en el suelo. Te preguntas si tu hermano estará mirando pasar las balas muy cerca, si tiene la cara contra el pavimiento, si hace mucho calor. Te preguntas si es verdad que tu papá está a salvo o si sólo quería tranquilizarte. Quieres llamar otra vez pero sientes que vas a estorbar. No quieres estorbar en medio de la crisis y el caos. ¿Qué clase de país habitas? Este miedo tan cotidiano, tan carrito del súper, tan sábado a mediodía, tan otro sorbo a la taza y mirar la pantallita del celular. Esperar que pase. Desear con muchas ganas volver a librarla. ¿Habrá de otra? ¿Hay algo más que cerrar los ojos y esperar a que termine?

Etiquetas: , , ,

10.02.2009

DSMIV

Me pregunto si estoy loca.